Cuando escuchamos sobre el 6 de enero, rápidamente lo relacionamos con Regalos, con felicidad, y hasta con unos personajes que llamamos los Reyes Magos o Santos Reyes Magos, pero ¿Quiénes fueron estos personajes? ¿En realidad Existieron? En ocasiones algunos escépticos han usado la mención de los Magos de Oriente para mofarse de la Biblia y el recuento bíblico del nacimiento de Jesús alegando que los Magos no existieron y que sólo fueron fruto de la imaginación vívida de los escritores de los libros bíblicos en los que se mencionan. Pero... Los Magos de Oriente no son personajes creados por siglos de tradición católica, tan claro está que incluso hoy día a pesar de tanta influencia sectaria y pagana, esa tradición o costumbre la transmitimos a nuestros hijos, porque así nos inculcaron nuestros padres, que días después del nacimiento de Jesús llegaron a él estos 3 Reyes a ofrecerle sus regalos, reconociendo con esto al nacimiento del Hijo de Dios.
“Habiendo nacido Jesús en Belén de Juda, durante el reinado de Herodes, vinieron unos magos de oriente a Jerusalén.” Mateo 2:1
Incluso en los comerciales televisivos se hace referencia a 3 Reyes; Melchor, Gaspar y Baltazar, eran Reyes porque tenían dinero y poder en sus respectivas aldeas o poblados, y en aquel tiempo a los estudiosos del espacio o astronomía les decían magos porque podían predecir fenómenos astronómicos. Dichos estudios los condujo a una intensa comunicación e intercambio de ideas y experiencias, hasta que llegaron a la conclusión de que una estrella grande y luminosa no era otra cosa que el aviso de que el Hijo de Dios había nacido, y en honor a ello se dieron a la tarea de buscarlo y llevarle los regalos.
Si esa tradición se sigue conservando hasta hoy día, es un referente inequívoco de que realmente existieron, porque hasta la fecha no se ha detectado un documento antiguo que diga lo contrario sobre la existencia y obra de los Reyes Magos, de ser así, desde hace mucho tiempo ya se hubiera descartado la posibilidad de su existencia.
Su existencia, además de quedar bien testimoniada en el Evangelio y en la Tradición Viva de la Fe Católica, ahora es documentada (confirmada) por algunos descubrimientos arqueológicos.
Como por ejemplo; una curiosa y extraordinaria revelación que se encuentra contenida en una tablilla, en la que se han acuñado caracteres cuneiformes. Se trata de un auténtico documento astronómico y astrológico (entonces las dos disciplinas eran hermanas gemelas) que revela la existencia de una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 antes de Cristo.
Los Evangelios enmarcan el nacimiento de Jesús en tiempos del censo del imperio ordenado por César Augusto, cuando Quirino era gobernador de Siria, y en los últimos años del rey Herodes, quien falleció el mes de marzo del año 4 a.C. Para los historiadores, Jesús nació unos siete años antes del año «0».
“…preguntaron: ¿Dónde está el Rey de los Judios que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo” Mateo 2:2
En este pasaje bíblico se pone en relación el evento de Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina. Y es precisamente en este momento en el que la tablilla de arcilla ofrece un testimonio particular.
Existen muchas hipótesis sobre la estrella que vieron los magos ("magoi" en griego era la palabra con que se denominaba a la casta de sacerdotes persas y babilonios que se dedicaban al estudio de la astronomía y de la astrología) y que les llevó a afrontar un viaje de unos mil kilómetros con el objetivo de rendir homenaje a un recién nacido.
El 17 de diciembre de 1603, Johannes Kepler, astrónomo y matemático de la corte del emperador Rodolfo II de Habsburgo, al observar con un modesto telescopio desde el castillo de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, se preguntó por primera vez si el Evangelio no se refería precisamente a ese mismo fenómeno. Hizo concienzudos cálculos hasta descubrir que una conjunción de este tipo tuvo lugar en el año 7 a.C. Recordó también que el famoso rabino y escritor Isaac Abravanel (1437-1508) había hablado de un influjo extraordinario atribuido por los astrólogos hebreos a aquel fenómeno: el Mesías tenía que aparecer durante una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Kepler habló en sus libros de su descubrimiento, pero la hipótesis cayó en el olvido perdida entre su inmenso legado astronómico.
Faltaba una demostración científica clara. Llegó en 1925, cuando el erudito alemán P. Schnabel descifró anotaciones neobabilonias de escritura cuneiforme acuñadas en una tabla encontrada entre las ruinas de un antiguo templo del sol, en la escuela de astrología de Sippar, antigua ciudad que se encontraba en la confluencia del Tigris y el Éufrates, a unos cien kilómetros al norte de Babilonia. La tablilla se encuentra ahora en el Museo estatal de Berlín.
Entre los numerosos datos de observación astronómica sobre los dos planetas, Schnabel encuentra en la tabla un dato sorprendente: la conjunción entre Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis tiene lugar en el año 7 a.C., en tres ocasiones, durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de octubre; del 5 al 15 de diciembre. Además, según los cálculos matemáticos, esta triple conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
Si este descubrimiento se identifica con la estrella de Navidad de la que habla el Evangelio de Mateo (2:1-2), el significado astrológico de las tres conjunciones hace sumamente verosímil la decisión de los Magos de emprender un largo viaje hasta Jerusalén para buscar al Mesías recién nacido. Según explica el prestigioso catedrático de fenomenología de la religión de la Pontificia Universidad Gregoriana, Giovanni Magnani, autor del libro «Jesús, constructor y maestro» («Gesú costruttore e maestro, Cittadella, Asís, 1997), «en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo y la constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos. El planeta Saturno era considerado en Oriente como la estrella de Palestina. Cuando Júpiter se encuentra con Saturno en la constelación de Piscis, significa que el Señor del final de los tiempos se aparecerá este año en Palestina. Con esta expectativa llegan los Magos a Jerusalén, según el Evangelio de Mateo ¿Dónde está el Rey de los Judios que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo” Mateo 2:2
Si bien es cierto, desconocen el nombre del niño y de sus Papás, pero suponían que ese nacimiento tendría que ser una gran revelación no solo para ellos, sino para todo el pueblo a través de los Maestros de la ley y los Profetas. La llegada de estos 3 Magos de Oriente causó gran revuelo entre la gente.
“Herodes y todo Jerusalén quedaron muy intranquilos por la noticia. Reunió a todos los sacerdotes principales y a los maestros de la ley para preguntarles donde debía nacer el Cristo. Ellos le contestaron que en Belén de Judá, ya que así lo anunció el Profeta < Belén en la Tierra de Judá, tu no eres el más pequeño entre los principales pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el pastor de mi pueblo Israel.>” Mateo 2:3-6
Curiosamente Herodes siempre tuvo cierto recelo de ese Rey que había nacido, por eso su inquietud de encontrarlo y saber de él:
“Herodes entonces llamó privadamente a los Magos para saber la fecha exacta en que se les había aparecido la estrella, encaminándolos a Belén les dijo: <vayan y averigüen bien lo que se refiere a este niño. Cuando lo hayan encontrado avísenme para ir yo también a adorarlo>.” Mateo 2:7-8
Así fue como entonces los Magos le explicaron a Herodes ese acontecimiento astronómico relacionado directamente con el nacimiento del Cristo. En el que la triple conjunción de los dos planetas en la constelación de Piscis explica también la aparición y la desaparición de la estrella, dato confirmado por el Evangelio. La tercera conjunción de Júpiter y Saturno, unidos como si se tratara de un gran astro, tuvo lugar del 5 al 15 de diciembre. En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur, de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían en frente. La estrella parecía moverse, como explica el Evangelio, «delante de ellos»
“Después de la entrevista, los magos prosiguieron su camino, la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que se paró en el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se alegraron mucho y habiendo entrado en la casa, hallaron el niño que estaba con María, su madre, se postraron para adorarlo y, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Luego regresaron a su país por otro camino, porque se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes.” Mateo 2:9-12
Seguramente los Reyes Magos intuyeron la mala intención de Herodes al mostrar mucho interés por el niño, tanto que por eso ya no volvieron donde él, tal y como se les avisó en sueños, porque de lo contrario le hubiesen dado todas las señas y referencias del niño y Herodes quizá lo hubiese desaparecido, es muy posible que los Magos no le otorgaron fiel información a Herodes, tal como se demuestra en el siguiente pasaje:
“Entre tanto Herodes al ver que los Magos lo habían engañado, se enojó muchísimo y mandó matar a todos los niños menores de 2 años que había en Belén y sus alrededores, de acuerdo con los datos que le habían proporcionado los Magos.” Mateo 2:16
Afortunadamente un ángel del Señor le avisó en sueños a José que se llevara al niño huyendo a Egipto, porque Herodes lo buscaría para matarlo, sino quien si en aquel infanticidio hubiera muerto Jesús.
Pero ahora díganme, a poco no es totalmente increíble esta historia, que ahora se confirma fehacientemente con este hallazgo arqueológico, resultando ahora totalmente creíbles los hechos narrados en el evangelio y por la Tradición misma, así esta reciente revelación sobre la realidad histórica de estos sucesos, nos deben hacer sentir a los Creyentes muy complacidos de que por fe hemos creído por tanto tiempo, pero ahora: ¡Nuestra Fe ha sido confirmada¡