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  INCUMPLIMIENTO DE LA LEY

INCUMPLIMIENTO DE LA LEY DE DIOS.


En nuestra vida, todo ser humano cumple o está obligado a cumplir dos tipos de leyes, las terrenales o sociales y las de orden eclesiástico, y como es bien sabido por todos, quien no cumple o infringe  las leyes sociales o terrenales, se hace merecedor de una sanción, y cuánto más grave es la falta, mayor será la sanción.  Actualmente el máximo castigo que un ser humano puede recibir es la pena de muerte.  

De igual forma Dios nos impone su Ley, dosificados en los 10 mandamientos, y que al igual que las leyes terrenales, estamos supeditados a cumplirlas y obedecerlas, porque de lo contrario también nos haremos acreedores a un Castigo, y en este caso el que decide la magnitud y las características del Castigo es Dios.  De vital importancia es conocer un poco más sobre la cuestión de las consecuencias de no cumplir con la Ley de Dios.

Para comenzar vamos a dar por hecho que el lector conoce los Diez mandamientos de la Ley de Dios, los cuales fueron entregados por Dios  a Moisés en el Monte Sinaí (Éxodo 34:28). Pues bien, esos mismos mandamientos aplican para todo ser humano que existe sobre la tierra, sin exclusión de nadie, sin importar su condición social o económica, sin importar su ministerio o profesión, etc.:

“El que no cumpla recibirá lo que merece su maldad, pues Dios no hace excepciones a favor de NADIE” Colosenses 3:25.

Los mandamientos son preceptos de la ley natural impresos por Dios en el alma de cada hombre:

“Pondré  mis leyes en su corazón y las grabaré en su mente.” Hebreos 10:16-17.

Por eso es que la Ley de Dios obliga a cumplirla  a todo hombre de todos los pueblos, y de igual forma es aplicable para todos los tiempos, constituyendo el fundamento de toda moral individual y social. (Salmo 19:10)

La moral católica no sólo obliga a los católicos, obliga a todos los hombres; pues se basa en la ley natural. Todo hombre, católico y no católico, está obligado a no matar, no robar, no explotar al prójimo, no calumniar, etc. Esto no excluye que haya mandamientos exclusivos para los católicos, como el ir a misa, práctica de sacramentos, etc.

Los mandamientos de la Ley de Dios son la ley moral que Dios dio a Moisés en el Antiguo Testamento y que Cristo perfeccionó en el Nuevo (Mateo 5:17-48)

Se basan en que Dios es nuestro Dueño y nuestro Señor, y nos puede mandar. Pero es tan bueno, que lo que nos manda es para bien nuestro (Salmo 19:8 y Romanos 7:12).  Con los mandamientos, Dios protege nuestros derechos y también los de nuestro prójimo. Los mandamientos no son prohibiciones caprichosas para poner trabas a la libertad del hombre. Es la ley justa y sabia con que Dios quiere gobernarnos para nuestro propio bien (Romanos 2:12-15)


Todos los mandamientos son para todos: nadie puede dejar de cumplirlos, y es necesario cumplirlos todos para salvarse. No basta decir: yo no robo ni mato. Para salvarse hay que guardarlos todos. Para condenarse basta faltar a uno. Para poder pasar por un puente es necesario que no se haya hundido ninguno de sus arcos. Dice el Apóstol Santiago el Menor que el que guarda los demás mandamientos pero quebranta uno solo, se hace culpable de todos:

“Si alguien cumple toda la Ley, pero falta en un solo punto de ella, se hace culpable de todo.” Santiago 2:10.

Los mandamientos de la ley de Dios constituyen el programa más completo y más perfecto que se ha dado en el mundo, para conseguir la paz y la tranquilidad a los individuos, a las familias, a los pueblos y a las naciones. En la guarda de ellos está el secreto de abrirse paso dignamente en la vida. Si quieres que todo el mundo te estime y te respete, guarda los mandamientos. Además, te aseguro que tu vida será mucho más feliz que si no los guardases.

Todo lo contrario, el que se fija atentamente en la Ley Perfecta que nos hace libres y persevera en ella, que no oye para luego olvidar, sino para cumplir lo que pide la Ley, será feliz al practicarla.” Santiago 1:25.

Las mayores tragedias que vemos en esta vida ocurren frecuentemente porque no se guardan los mandamientos. Por eso están las cárceles llenas de desgraciados, por eso el hambre de muchos hijos, por eso los disgustos en tantas familias, tantas lágrimas y tantas penas. Si se cumplieran los mandamientos de Dios desaparecerían muchos problemas de hoy: delincuencia, terrorismo, violaciones, madres solteras, adulterios, hijos extramatrimoniales, abortos, homosexualidad, drogas, enfermedades de transmisión sexual, etc. Si todo el mundo cumpliera los mandamientos, la vida en la Tierra sería un cielo.

Sólo por poner un ejemplo: si fornicamos o cometemos adulterio, muchas de las veces recibimos castigo rápida y casi automáticamente, contagio de SIDA o alguna otra enfermedad de transmisión sexual, hijos no deseados, consecuencias de la infidelidad; divorcios, pérdida de confianza de la pareja y de los hijos, etc. Ese es nuestro castigo inmediato, pero que en nada se compara con lo que nos espera después de la muerte.

Una sociedad que no acepte valores auténticos va camino del suicidio. Para muchos hoy no son valores la familia, la fidelidad matrimonial, los hijos, el respeto a la vida de seres humanos inocentes, la moralidad sexual, la honradez, la verdad, la religión, la moral... A dónde vamos por este camino? Qué futuro nos espera? Es por ello que  Dios en la Biblia nos dice:

Los mandamientos del Señor son rectos y al corazón alegran, todo precepto del Señor es puro y es luz para los ojos.” Salmo 19:9.

Para que nosotros de alguna manera por medio de los mandamientos encontremos luz dentro de la obscuridad de la maldad y las tinieblas.

El reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, sino que es su fundamento. Cuando el hombre organiza el mundo sin Dios, acaba organizando una sociedad contra el hombre.

El cumplimiento de los mandamientos a veces cuesta trabajo, es muy difícil de sobrellevar, para cumplirlos debemos renunciar a muchos placeres, de ahí nuestra renuencia en pleno conocimiento por no cumplirlos. Pero los mandamientos nos llevan al cielo. Son como las ruedas del carro, que pesan pero gracias a ellas puede andar. Un carro sin ruedas no hay quien lo mueva. Dios hace posible lo que manda por la gracia que derrama sobre nosotros.

La moral católica no es represiva, como algunos dicen. No quita la libertad al hombre. Lo orienta para que se realice como persona humana. Como las vías del tren que le obligan a ir por un camino, pero ayudan al tren a avanzar y a llegar, aunque al mismo tiempo le impiden que se despegue. Algunos consideran a Dios como enemigo de la libertad humana, y piensan que el hombre será totalmente libre cuando se emancipe de Dios y de la Religión. Sin embargo, sometiéndonos a la ley de Dios nos realizamos plenamente como personas humanas, pues nos liberamos de la esclavitud de nuestros instintos desordenados. Libertad es la capacidad para poder elegir entre dos valores auténticos. Pero elegir el mal, abandonando el bien, no es libertad sino esclavitud. El hecho de que algunos prefieran ser esclavos es lamentable. Pero las joyas no pierden valor aunque haya personas que no saben apreciarlo. La libertad con Dios, es auténtica. La libertad sin Dios es un engaño.

Dios no quita libertad para lo bueno, sino para lo malo, con esto ayuda al hombre. Elegir lo malo es una equivocación. Quitar la libertad para lo malo es un bien.  No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa. La persona  se siente libre, no porque hace lo que quiere sino porque quiere hacer lo que Dios manda. Obedece a Dios libremente, sin coacción. “Lo que nos hace libres no es el no querer aceptar lo que sea superior a nosotros, sino el acatar de buena gana lo que está por encima de nosotros
Yo soy libre cuando elijo lo que me perfecciona como ser humano. Si actúo sólo en virtud de mis apetencias momentáneas soy esclavo de mi tendencia a tomar lo agradable como valor supremo. Lo agradable es un valor, pero se halla en la parte más baja de la escala de valores” (Goethe)

Es preciso mencionar que en cierto momento cuando por convicción cumplimos o tratamos de cumplir la Ley de Dios al 100 %, es cuando podemos decir que nuestra Fe está a su máxima expresión, por lo tanto, si nuestra Fe nos permite adquirir ese compromiso moral, aún sabiendo que existen los diez mandamientos, ya los cumplimos incluso sin darnos cuenta de que lo hacemos.

“Como no habían llegado los tiempos de la Fe, la ley nos guardaba en espera de la fe que se iba a revelar. Para nosotros ella fue la sirvienta que lleva al niño a su maestro, nos conducía a Cristo para que al creer en él, fuéramos justos y santos por esa Fe, pero al llegar la Fe, esa sirvienta no tiene ya autoridad sobre nosotros.” Gálatas 3:23-25.

Antes de pasar al intervalo de texto que hable sobre las sanciones o castigos que impone Dios para con los que cumplen su Ley, citemos algunos textos de la Biblia donde haga alusión a las ventajas que obtenemos al cumplir dicha Ley.

 

“Esta es la hora de la paciencia para los Santos, para los que guardan los mandatos de Dios y la Fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12.

“El que  conoce mis mandamientos y los guarda es el que me ama. Y mi Padre amará al que me ama a mi, y yo también lo amaré y me mostraré a él.” Juan 14:21.

 

CONSECUENCIAS DE NO CUMPLIR LA LEY DE DIOS

Así como en algunos artículos ponemos las dos caras de la moneda, así también en el presente, es por ello que ahora citaremos aquellos pasajes donde Dios es tajante en el sentido de condenar a todo aquel individuo que no se someta a su divina ley.

“Porque no hemos escuchado la voz de Yavé, nuestro Dios, ni seguimos las leyes que él nos había dado por medio de sus servidores los profetas.” Daniel 9:10.

“Pero si no obedeces la voz de Yavé, tu Dios, y no te preocupas de practicar todos sus mandamientos y normas que hoy te prescribo, vendrán sobre todas estas maldiciones. Maldito serás en la ciudad y en el  campo. Maldito será tu granero y malditas serán tus reservas de frutos. Maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tus tierras. Los partos de tus vacas y las crías de tus ovejas. Maldito serás en todas tus acciones, desde el comienzo hasta el fin. Yavé mandará la desgracia, la derrota, el susto sobre todo lo que tus manos toquen, hasta que seas exterminado, y perecerás en poco tiempo por las malas acciones que cometiste, traicionando a Yavé. Te castigará Yavé con la locura, la ceguera y la pérdida de los sentidos. De manera que andarás a tientas en pleno mediodía, como anda el ciego en la obscuridad y no encontrarás tu camino. Siempre serás un hombre oprimido y despojado sin que nadie salga en tu defensa.” Deuteronomio 28:15-69.

Levítico 26:14-46.

Ahí queda la teoría bíblica para nuestros lectores, para que reflexionen y tomen sus propias decisiones, y que ojalá este y los demás artículos les sirvan de mucho, solo para concluir voy a tomar la referencia que considero apropiada para terminar este articulo, máxime porque es tan clara que se explica por sí sola. Por que al fin de cuentas con ella podemos establecer y discernir propiamente la importancia de esforzarnos por cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios.

“Por tanto,  el que deje de cumplir uno de los mandamientos de la Ley por insignificante que parezca, y enseñe a los hombres a desobedecerlo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; al contrario, el que los cumple y los enseñe será grande en el Reino de los Cielos.” Mateo 5:19.

 

 

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