SEAMOS PUES, PESCADORES DE HOMBRES.
Hace pocos días vi un grupo de gente llegar a mi comunidad, eran hermanos separados, y recordé que todos los sábados un buen grupo de personas visitan a personas en sus domicilios, seguramente para ofrecerles “la palabra de Dios”, para contar sus historias y muy seguramente para invitarlos a la “conversión”. Desde este punto de vista, admiro el gesto, visitar a personas y llevarles la palabra de Dios, especialmente a personas que se encuentran un tanto alejadas de la Iglesia y por consecuencia de Dios, admiro el hecho de que ellos se tomen el tiempo para eso, pero solo lo admiro, en todo caso lo repruebo tajantemente, ya que esos “Descarriados” pretenden “Atraer” (descarriar) a nuestros propios hermanos, llevarlos a su mal camino, a su condenación. Quien de nosotros no conoce a algún vecino, algún amigo, incluso algún familiar que siendo Católico, se dejó llevar por las argucias de esta gente y ahora niega ser católico, niega sus sacramentos, llega a negar incluso a sus propios padres, negar a Los Santos, a La Virgen María y todo lo demás que se les inculca en su “Verdadera Iglesia”.
Me da pena cuando escucho a alguno de esos hermanos hablar sobre la Biblia, hablar sobre Dios (aunque para ellos tenga otro nombre), y porqué ahora, porqué no cuando estaba entre nuestras filas, porque experimentar ese paradoja, alejarse de Dios y estar en su contra para sentirse con Él y cerca de Él.
Y nosotros qué hacemos ante esto, qué podemos hacer para evitar que hechos como estos ocurran, o acaso tendremos que esperar a que alguno de nuestros familiares cercanos se “convierta”, alguien que nos duela, yo creo que no, sería demasiado tarde. Por ello es mejor prevenir esta situación, ser nosotros mismos pescadores de hombres, visitar a las familias en sus casas, tratar de llevarles la palabra de Dios, invitarlos a la Iglesia, conocer las causas que los obliga no asistir a la iglesia, no vaya ser que lleguen los otros pescadores y nos los ganen. Este tipo de actos los vamos a empezar a ejecutar en nuestra comunidad, y por ello quiero compartir con mis lectores el plan que hemos diseñado para que traten de hacer lo mismo en donde viven.
“No temas, de hoy en adelante serás pescador de hombres.” Lucas 5:1-11.
Este es nuestro punto de partida, reconocer primero quienes somos, qué podemos lograr, que tanto podemos esforzarnos, que recursos podemos emplear para tal acción, que disponibilidad tendremos para ello y demás aspectos que tendremos que centralizar, nunca dudando de la capacidad y voluntad de Dios para con nosotros, a poder así convertirnos en pescadores de hombres, pero ojo, no entendamos literalmente la frase, al referirnos a hombres, nos referimos a la Especie, no al genero, es decir, no solo pescar hombres, sino también mujeres, de todas las edades y niveles económicos. Porque todos somos hijos de Dios.
“Nos presentamos pues, como mensajeros de parte de Cristo, como si Dios mismo les rogara por nuestra boca. ¡Déjense reconciliar con Dios! Se lo pedimos en nombre de Cristo.” 2 Corintios 5:20.
Algunas veces hemos escuchado a personas que no van a la iglesia criticar a personas que si lo hacen, máxime cuando se trata de las personas que están más inmiscuidas en actividades, son los más criticados, y entonces al hacer alguna visita a alguien, el primer rechazo que tuviéramos es ese, porque precisamente son estas personas las más asediadas, las que siempre están en la mira, pero por eso con la anterior cita, demostramos que aunque no seamos el mejor ejemplo a seguir, que aunque no seamos perfectos, Dios mismo les habla a estas personas por medio de nuestra boca, él es quien nos mueve a proclamar su Plan de Salvación, a sabiendas que hay personas un poco alejadas de Él, por medio de nosotros les pide una reconciliación.
Y porque pedimos que se reconcilien con Dios, porque generalmente han cumplido con los Sacramentos, ya sea Bautismo, Primera Comunión, etc. Y que de algún tiempo para acá, o respondiendo a alguna circunstancia, o por algún asunto personal, o por que de plano no necesitan a Dios, dejan de acudir a su casa, dejan de asistir a misa, en pocas palabras se alejan de Dios, y es aquí donde se pide una reconciliación entre estas personas y la iglesia, entre ellos y el Omnipotente. Así pues, lograr esa reconciliación, teniendo como referencia lo siguiente:
“Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte. Yo te mando que sigas a Yavé, tu Dios, y sigas sus caminos. Observa sus mandamientos, sus normas y sus leyes, vivirás y te multiplicarás, y Yavé te dará su bendición en la tierra que vas a poseer. Pero, si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses para servirlos, yo declaro hoy que perecerás sin remedio. No durarás largo tiempo en el país que vas a ocupar al otro lado del Jordán. Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; TE PUSE DELANTE LA VIDA O LA MUERTE, LA BENDICIÓN O LA MALDICIÓN, ESCOGE PUES LA VIDA, PARA QUE VIVAS TU Y TU DESCENDENCIA.” Deuteronomio 30:15-19.
Bien, aunque algunos de nuestros conocidos a últimas fechas esté retirado de la Iglesia de Dios y de sus designios, no puede dejar de necesitar a Dios y mucho menos refutar su existencia, citemos un ejemplo; en las zonas donde la agricultura es muy común. Aunque el sembrador se rehuse a ir a la Iglesia, o a cumplir sus designios, no deja de encomendarse a Dios, es decir, nunca se deslinda por completo de Dios, porque el hecho de sembrar x producto, siempre lo hace rogando a Dios que llueva, porque si no llueve no cosecha, y aunque no lo quiera es una constante petición a Dios por la lluvia, a sabiendas que no basta con solo sembrar. De aquí la importancia de resaltar que nunca podremos desligarnos por completo de Dios, y ahora asimilar el mensaje de la anterior cita, a manera de pregunta: ¿Qué esperamos de Dios, Bendición o Maldición? Y claro está que la Bendición o Maldición depende de lo que hagamos, de lo digamos, de nuestra actitud, etc. Así como el agricultor, que no solo siembra la semilla y rogar a Dios por la lluvia Diaria, no, no basta solo eso, también tiene que abonarla, retirar la maleza, exterminar las plagas, cosechar, etc. Pero si estamos “peleados” con Dios, y no practicamos sus designios, pues seremos como esa semilla que es sembrada y que no es cultivada y que muy probablemente no tenga fruto. En pocas palabras, si no hay trabajo, no hay cosecha.
Pero para lograr esa reconciliación, primero debemos conocer esa causas que originaron se alejaran de Dios, para poder así, enmendarlo. Estamos trabajando bajo dos supuestos, que consideramos son los más comunes:
SUPUESTO 1: “No voy a la Iglesia, porque a los que van, no les ha servido de nada.”
Esta situación es muy clara, cuantas veces cuando estamos en misa o al salir de ella, escuchamos personas cuchichear, incluso criticar y hasta decir palabras obscenas, que en casa somos unos rebeldes, no somos solidarios, somos egoístas, que no le hablamos a alguien, etc., lo cual da pie que se diga, y si nos ponemos estrictos en cierto punto tienen razón, porque los de afuera esperan un cambio en los de adentro para poder decir que si sirve ir a la Iglesia, pero si los de adentro no cambian, no tratan de ser mejores, pues damos argumentos para que los de afuera critiquen. Pero la realidad es que:
“Iba Jesús enseñando por ciudades y Pueblos mientras se dirigía a Jerusalén. Alguien le dijo: Señor, ¿es verdad que pocos hombres se salvarán? Jesús respondió: esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograran: cuando el dueño de casa se decida a cerrar la puerta, ustedes quedarán afuera y se pondrán a golpear, diciendo: ¡Señor ábrenos! Pero Él les contestará: no sé de dónde son ustedes. Entonces ustedes comenzarán a decir: nosotros comimos y bebimos contigo, tú enseñaste en nuestras plazas. Pero el contestará: no sé de dónde son ustedes. Aléjense de mí todos los malhechores!. Lucas 13:22-27.
Así pues, no les permitamos que se cierren las puertas ellos mismos, el Reino de Dios no es para unos cuantos, es para todos aquellos que nos esforcemos en entrar por la puerta angosta, para los que damos fe y testimonio de Jesús, para los que no lo negamos, para los que perseveramos en la Fe, etc, por eso es tan difícil entrar por esa puerta angosta, porque nos da trabajo atravesarla, pero quienes niegan a Dios y a Jesús, y no cumplen los designios divinos, se quedarán afuera de esa puerta una vez que sea cerrada, y que por más que la toquen no les será abierta.
Por tal razón, no debemos fijarnos en que a la gente no le sirva de nada ir a la Iglesia, cada quien debe preocuparse por si mismo, cada quien debe preocuparse por entrar a por esa puerta angosta.
SUPUESTO 2: “No voy a la Iglesia porque yo estoy bien con Dios y hago oración aquí en mi casa.”
Esto está muy bien, hacer oración en casa, hacer buenas obras, ser un ejemplo para la familia, pero no es suficiente para estar en Comunión con Dios, pues nos falta lo más esencial, visitar su casa, lo cual indica que obligatoriamente debemos asistir a la Casa de Dios, y para corroborarlo veamos lo siguiente:
“Se acercaba la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, también a los cambistas sentados detrás de sus mesas. Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo con Ovejas y Bueyes, y derribó las mesas desparramando el dinero por el suelo. A los que vendían palomas les dijo: saquen eso de aquí y no hagan de la CASA DE MI PADRE un lugar de negocios.” Juan 2:13-17.
“Después de tres días lo hallaron en el TEMPLO, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Al encontrarlo se emocionaron mucho y su madre le dijo: hijo, ¿porqué te has portado así? Tu Padre y yo te buscábamos muy preocupados. Él les contestó: ¿y porqué me buscaban? ¿No saben que debo estar donde mi PADRE?”Lucas 2:41-50.
Claramente inferimos que Jesús necesitaba ir a la Iglesia, en primer lugar para dar Fe que era el Hijo de Dios, porque si no iba donde su Padre difícilmente lo creerían. Prueba de ello es que Jesús a donde llegaba, al pueblo que fuere, siempre debía visitar el Templo o la Iglesia. Y entonces porqué nosotros no lo hacemos, si el propio Jesús lo hacia, pensaremos que somos superiores a Jesús para decir que no necesitamos ir a la Iglesia, a la Casa de Dios, y si no vamos, cómo justificamos que somos Hijos de Dios.
Para resumir lo anterior, y como producto o resultado de las sugerencias anteriores, de la puesta en práctica de los designios divinos, de la cosecha que obtendremos de esa semillita sembrada y bien cultivada, o viceversa, obtendremos ¿Gloria o Infierno?
“Estando en el infierno en medio de tormentos, el rico levanta los ojos y ve a lo lejos a Abraham y a Lázaro cerca de él. Entonces gritaba padre Abraham, ten piedad de mi, y manda a Lázaro a que se moje la punta de un dedo para que me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan. Abraham respondió: Hijo acuérdate de que recibiste ya tus bienes durante la vida, lo mismo que <lázaro recibió males. Ahora el aquí encuentra consuelo y tu, en cambio, tormentos.” Lucas 16:19-31.
Por último, y a manera de motivación hacia las personas, y específicamente a los que nos hagamos Pescadores de Hombres y ayudemos a la conversión de muchos.
“Hermanos, si alguno de ustedes se extravía lejos de la verdad y otro lo hace volver, sepan esto: el que endereza a un pecador de su mal camino salvará su alma de la muerte y conseguirá el perdón de muchos pecados.” Santiago 5:19-20. |